miércoles, 6 de abril de 2011

¡¡Al fin con los niños!!

Hoy pudimos iniciar la interacción con los niños, a pesar de que la psicóloga nos haya dicho que solo las personas que llevaron el ensayo la semana pasada podían comenzar a estar con los niños en esta fecha. Felizmente nos dejó comenzar a todos, creo que fue porque al fin todos llevamos el ensayo.  

Bueno, llegamos y la psicóloga recogió los ensayos y nos separó en dos grupos. Se llevó al primer grupo, mientras nosotros aguardamos en su patio. Comenzaron a llegar niños grandes con sus sillas y muy contentos nos saludaban. Entraron en el salón donde estaba el primer grupo y comenzaron sus actividades. Mientras tanto, niños más pequeños llegaron también con sus sillas y entraron al salón en el cual hacíamos las charlas. Un niño se escapó, comenzó a correr y luego escupió en el césped. Luego otro no quería entrar y se puso a jugar en los juegos. Supuse que esto sería solo el comienzo de lo que sería el comportamiento de los niños.

Entonces nosotros entramos y ya los niños pequeños estaban en sus mesas, preparados para iniciar su actividad. Nosotros tan solo debimos escoger uno y hacer lo que las profesoras nos digan. Por mi parte, tenía un poco de miedo por hacer algo malo. Ellas nos dijeron que nos pongamos atrás de ellos y a su altura, que éramos como su sombre. La actividad consistía en hacerlos pegar papelitos de color verde en puntos de goma en una imagen de una tortuga.

El niño con el que estuve trabajando era Fabricio. La profesora tuvo que decirme su nombre porque al parecer no habla aún. Desde un inicio entendió que se debía hacer, así que generalmente lo quería hacer solo, sin que lo tocase. Luego accedió a que le pase los papelitos, e incluso llegó a repetir conmigo de qué color era y qué animal era. Esto fue un primer paso que me dio satisfacción.

Después, al concluir de pegar, la profesora nos dijo que podíamos pegarlo en su mural. Juntos lo pegamos. De ahí comenzamos a jugar todos en conjunto con una canción que ayudaba a los niños a que se desarrollen físicamente. Corrimos, saltamos, aplaudimos, nos echamos en el piso, y todo con Fabricio, y lo mejor era que me hacía caso.

Luego, nos sentamos en el piso para hacer otra dinámica. Teníamos que tener a los chicos en medio de nuestras piernas abiertas y sentarlos ahí. Fabricio se echaba a cada rato, parecía estar cansado. Tanto así que la profesora me dijo que no permitiese que se eche. Pero fue muy difícil, se movía, se echaba, se quería parar, pero ya no hacía caso. Tuvo que venir la profesora para que se siente bien. Jugó la dinámica medio cansado, que no quería mucho moverse. Pero aún así jugó un poco. Después vino el juego de las sillas. Esto fue muy curioso, porque pensé que los niños no tendrían la concentración posible para prestar atención a la música. Sin embargo, el juego resultó ser muy divertido. Con Fabricio llegamos a las semifinales, pero cuando perdimos aún quería jugar. Entendió luego que tenía que quedarse sentado junto a los otros que también habían perdido.

Pasamos así como una hora jugando, hasta que llegó la hora de la lonchera. En filita los llevamos a su salón. Eran cinco en su salón. Junto a mis otros compañeros, los llevamos al baño a que se laven sus manitos. Fue allí donde me di cuenta que elegí a uno de los niños más tranquilos del colegio. Había uno que simplemente se tiró al piso para no lavarse, otro que se movía y se escapaba, mientras que Fabri estaba sentadito esperando a que le laven sus manos.

Cuando terminamos entramos a su salón y la miss estimuló a cada uno de los niños a que reclamase su lonchera respondiendo a la pregunta de quien es tal lonchera con la palabra mio. En ese momento fue la primera vez que escuché decir algo claro a Fabri, aunque hubo un niño que no quiso hablar, pero al final intento decir algo.

Fabri comió muy bien su lonchera solito, sin fastidiar a nadie. Al rato, la psicóloga nos dijo que debíamos ya irnos. Me dio pena porque sentí que al final Fabri me aceptó, aceptó que lo acompañase y que lo ayudase. Le dije chau y me hizo chau con su mano. Luego le hice para chocarnos las manos y muy bien lo hizo.

Ya con la psicóloga hicimos un momento de compartir lo que habíamos vivido. Nos dio algunas sugerencias para que los niños trabajen, como un caramelito como premio si no quieren trabajar. Además nos dijo que hoy los niños nos han probado hasta que tope pueden hacer lo que quieren. En cierto modo Fabri sí lo hizo.

Hablando con mis compañeros, muchos mencionaron que era cierto eso de que ellos no miraban fijamente a los ojos, pero recordando, al inicio Fabri no me miraba. Sin embargo, al final, cuando me despedí, sí recuerdo que me haya mirado a los ojos, sin distraerse. Eso me ha parecido muy extraño y a la vez gratificante. :) Me siento contenta de esta primera vez de haber trabajado con Fabri, pues es un niño muy inteligente, se nota, y muy capaz. :)

No hay comentarios:

Publicar un comentario